He visto chicos que llegan a séptima división con grandes aspiraciones y una técnica individual excelente, o que parecen ser un buen prospecto a futuro, pero que al final fracasan estrepitosamente dado que no tuvieron las enseñanzas necesarias.
La culpa es del entrenador, por supuesto.
Lo que antes eran cinco, seis horas de fútbol con amigos hoy son horas de playstation y computadora. Esto genera que la actividad que se realiza en los entrenamientos deba ser más dedicada que antes, con trabajos específicos y una atención que trascienda a esa hora que tenemos con los niños que entrenamos.
Debemos incentivarlos (junto a sus padres) a jugar al fútbol y no olvidar la calle y el campito, elementos indispensables para desarrollar su inspiración y habilidades.
Es importantísimo trabajar bien desde que dan sus primeros pasos en el fútbol para que lleguen a etapas más complejas con los conceptos asimilados, porque después los tiempos para corregir se hacen más cortos y la necesidad de resultados obliga a dejar de lado a quienes no están capacitados para competir a buen nivel todos los fines de semana.
Si un entrenador de 7a división tiene jugadores con problemas conceptuales grandes, mire a los entrenadores que tuvo en baby fútbol: posiblemente allí radique el problema, en la carencia de herramientas brindadas para su desarrollo.
Aprovechemos los tiempos y los entrenamientos: demos a los chicos conceptos y herramientas de calidad para que salgan del baby-fútbol pudiendo competir a su máximo nivel.
"Con poco viento cae al suelo torre sin cimiento".
¿Serás quien les ayude a conseguir sus sueños o quien los entierre?
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