sábado, 2 de abril de 2016

ESPECIAL: Vida y obra futbolística de Johan Cruyff


"A veces en la inspiración hay un regla excepcional. Lo que construye una persona, es legado para otro."

Introducción: 
"En cierta forma, soy inmortal."
Aquellas palabras resuenan aún en mi mente y cobran sentido ahora que el ideólogo no está.
No quita que sea doloroso, porque el tío Johan fue lo más grande que pudo haberle pasado al fútbol; por la enormidad de su figura, por su calidad, por su destreza... y, especialmente por lo que hizo desde el banquillo, con aquellos dedos que ya de jugador dictaban órdenes.

Cruyff fue un MAESTRO, que hizo de este deporte el mejor de todos, que lo reinventó y lo hizo para los inteligentes, flacuchos y enanos y relegó a los atletas esforzados al segundo plano.
Nos enseñó, entre otras cosas, que "al fútbol se juega con la cabeza" y "debe ser un espectáculo".

Ahora que no está, nosotros, tanto sus hijos como sus profetas, debemos ser capaces de resguardar esas ideas, de compartirlas y sobre todo de interiorizarlas, para que la figura de Johan viva por siempre sobre el campo y en nuestros corazones.

***

Dicen que las mejores leyendas son aquellas que realmente existieron, porque dejan un mensaje más profundo y un legado palpable, que se respira en el colectivo y que en ocasiones logra trascender los años, cuando la necesidad provoca que se vuelva a recurrir a ellas.

Ésta es una de esas leyendas, que además es muy cercana en el tiempo y nos ha marcado tanto que ha dejado hijos para pasarla de generación en generación.

Hoy la narra este humilde escriba: uno de sus tantos profetas anónimos que tras la partida del protagonista de la historia se siente un poco huérfano.

El relato consta de dos partes: La leyenda del paladín naranja y El legado del paladín; cada una dividida en varios capítulos.

Espero que disfrutes de leerla tanto como yo disfruté escribiéndola.